Lo que hay y lo que falta: la historia de la Primera División Femenina de Chile

La Primera División Femenina tiene su historia y aquí te mostramos cómo ha evolucionado la competición desde sus albores hasta nuestros días. En el día internacional del fútbol femenino, CONTRAGOLPE te invita a un viaje en el tiempo.

Érase una vez, una asociación que se propuso organizar un mundial juvenil de fútbol femenino. Para ello, hablaron con gente del gobierno de turno y empresarios del sector privado para determinar las ciudades que serían sedes de la cita planetaria. La gran duda era ¿cómo presentar una infraestructura a la altura de las circunstancias?

Es más, la interrogante principal era ¿cómo organizar un mundial, si no tenemos un torneo oficial? Fue así como, el 10 de mayo de 2008 -mismo año del mundial juvenil jugado en nuestra tierra- se dio el puntapié inicial al Torneo de Primera División Femenina de fútbol. En las canchas de la sede de la ANFP, en Quilín, Unión La Calera (hoy en segunda división, más de un año sin entrenar) ganaría por 5-3 a Colo-Colo.

Ese torneo y los siguientes se jugaron en el complejo de Quilín y -aunque de forma escasa- contaron con televisación a través del Canal del Fútbol (hoy, TNT Sports). Quienes alzaran la primera copa oficial serían las viñamarinas de Everton, con figuras como Carina Morales o Valeska Arias, mientras que en los otros equipos veríamos nacer figuras como María José Rojas (Universidad de Chile), Nathalie Quezada o Karen Araya (ambas en Unión La Calera).

Everton también se quedaría con la copa en el año 2009, y en segundo lugar quedaría Coquimbo Unido, equipo en el que debutó una tal Francisca Lara. Dentro de las figuras veríamos nombres repetidos, como Karen Araya y Nathalie Quezada. También destacarían otros nombres que se convertirían en jugadoras de nivel internacional, como Maria Belén Potassa, quien defendiera los colores de Santiago Morning.

Mientras en el año 2010 la euforia nos tenía pegados a los televisores viendo el mundial de Sudáfrica y bailando al ritmo de Shakira y su Waka waka, nuestra primera división femenina sería conquistada por el equipo más grande de la categoría: Colo-Colo. Las albas se hicieron de diez títulos consecutivos a nivel nacional, armaron un equipo de primer nivel, con figuras como Christiane Endler, Francisca Lara, Karen Araya, Carla Guerrero, Nathalie Quezada, Estefanía Banini y Yanara Aedo.

Ello las llevó a instalar su hegemonía a nivel nacional y continental. El año 2012 también conquistaron su primera Copa Libertadores, a la postre, el único título continental que una escuadra chilena ha sabido ganar. Quien se encargaría de terminar con el reinado albo sería nada menos que Palestino. En el torneo de Clausura del año 2015, vencieron por 2 goles a 1 a las eternas campeonas y bajaron su primera estrella del firmamento.

Para el torneo de apertura del año 2016, las monarcas pasarían el título a Universidad de Chile, quienes dirían presente en el palmarés nacional por primera vez, pero Colo-Colo se levantaría y alzaría las tres copas siguientes, recuperando su hegemonía y dominio sobre el resto de los clubes.

Pero ¿sería una buena historia si no tuviera personajes inesperados y que dan un giro en el relato? Ese es el caso de Santiago Morning. Una política de fichajes ordenada, profesionalización de su equipo femenino, contratos con sus jugadoras y su cuerpo técnico; si haces las cosas bien, llegan los buenos resultados, y así las microbuseras se convirtieron en alguien que fuerte en nuestras canchas.

El Chago marcó la pauta para el resto de los equipos en cuanto a la profesionalización de su equipo. Demostraron, claramente, que la dedicación y el orden, tarde o temprano, rinden frutos. Reunieron a las mejores jugadoras del país, repatriaron a las figuras de la selección chilena que brillaban en Europa y un cuerpo técnico con objetivos claros y trabajos metódicos. Los títulos no tardaron en llegar. Hoy, la posta la toma Universidad de Chile, con el claro objetivo de destronar a las Bohemias.

¿Falta? Por supuesto que falta. Muchas jugadoras aun no cuentan con contrato profesional, ni con implementos para entrenar. Hay jugadoras que llevan más de un año sin entrenar o pisar una cancha. Sin duda que esta historia que aquí les contamos puede tener un final feliz, pero para ello, los clubes, las empresas, las jugadoras y, ¿por qué no?, los hinchas, deben trabajar en conjunto. El fútbol es un deporte y un espectáculo; entonces, como tal, las artistas deben contar con todas las herramientas adecuadas.

Esta historia está lejos de terminar, y si quieren subirse al bus del fútbol femenino chileno, siempre hay asientos disponibles. En este bus cabemos todxs.

Foto: ANFP.cl

Comentarios

Antofito

(in)Corpóreo. El fútbol es un juego, y como juego, pertenece a todxs. ¿Cómo llegué a escribir aquí? Me anotó una amiga.

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