Una gran ironía

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Mientras la ANFP y los clubes felicitan a las jugadoras por el Día Internacional del Trabajador, solo un porcentaje mínimo de las futbolistas del torneo 2021 tienen contrato de trabajo.

El 1 de mayo se conmemora el Día Internacional del Trabajador, y la ANFP agendó para este día el vamos del Campeonato Nacional de Primera División 2021. Una ironía a lo menos cruel, dado que solo el 5% de las jugadoras de Primera División y Primera B tienen contratos, según datos de la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol de Chile (ANJUFF).

Muchos clubes sostienen que no existe un vínculo laboral entre sus propias futbolistas y sus sociedades; por lo mismo, no hay contratos laborales. La misma situación ocurre con los cuerpos técnicos. En las bases del Campeonato Nacional 2021 solo se exige vínculo laboral con el o la entrenadora, pero ¿qué pasa con el personal médico, entrenadores de arqueras, preparadores físicos, psicólogos y tantos otros miembros del cuerpo técnico? Nada. Incluso la Inspección y el Ministerio del Trabajo han omitido sancionar y respaldar a los actores involucrados en el fútbol jugado por mujeres.

Los contratos son más que un sueldo a fin de mes. Es reconocer que existe una relación de trabajo de por medio; que una parte brinda un servicio que exige obligaciones, y que la contraparte se beneficia de tu labor. Y, por ello, dicha contraparte tiene la obligación de garantizar tu situación previsional y de salud. En resumen, obligaciones y derechos plasmados en un papel.

Así y todo, es mucho más que un documento firmado. Es dejar de romantizar la labor de muchas mujeres en el fútbol; porque sí, es muy emocionante y apasionante defender la camiseta de tus amores, pero ¿cómo competir a tu máximo si ese escudo que llevas en el pecho no te respeta y no te quiere reconocer como su trabajadora? Ese escudo no está contigo de la misma forma en que tú lo defiendes, qué ironía.

El problema radica en ello, en seguir romantizando la precariedad laboral; en seguir repitiendo el discurso de “pobrecitas las cabras”, en vez de verlas como lo que son: futbolistas profesionales y no un equipo de amigas jugando una liga de futbolito.

Los clubes son los responsables de no proveer de condiciones óptimas a sus trabajadoras; porque las cosas por su nombre, las futbolistas sí son trabajadoras. Y las autoridades son cómplices de no fiscalizar y de hacer vista gorda ante este abuso sostenido en el tiempo.

Una gran ironía los saludos de los clubes y de las autoridades del fútbol y nacionales. Muchas gracias, pero no nos sirve.

Foto: Comunicaciones Universidad de Chile

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