Salud mental en el fútbol femenino

En general para que una deportista tenga buen rendimiento deben considerarse distintos elementos; aspectos físicos, técnicos, tácticos y psicológicos/mentales. En psicología se utiliza la metáfora de la silla; estos cuatro aspectos serían el soporte de la silla, si uno no está, la silla se cae.

Por: Valentina Rioja.

Para las jugadoras de fútbol, practicar este deporte implica algo más que la competencia y el goce de jugar. Bien es sabido que el fútbol es un deporte con gran impacto en lo social y cultural. En sus inicios, este deporte lo practicaban hombres británicos en su tiempo libre, mientras las mujeres desarrollaban otras actividades de tiempo libre en espacios principalmente cerrados. La lucha de las mujeres por incluirse en el fútbol y ser reconocidas ha sido larga y aún está lejos de terminar.

Desde la psicología se puede hablar de distintos elementos que pueden incidir en la salud mental de las jugadoras. El objetivo de esta, es lograr el bienestar de la deportista, lo que incidirá eventualmente en el rendimiento. En general para que una deportista tenga buen rendimiento deben considerarse distintos elementos; aspectos físicos, técnicos, tácticos y psicológicos/mentales. En psicología se utiliza la metáfora de la silla; estos cuatro aspectos serían el soporte de la silla, si uno no está, la silla se cae.

A las jugadoras hay que pensarlas en un contexto, como parte de un sistema, en donde no sólo influyen elementos internos, como los procesos cognitivos o afectivos, sino que también situaciones externas. Es por esto, que en el fútbol como en cualquier deporte no sólo afectan situaciones y emociones del deporte en sí, sino que también situaciones en el contexto familiar y social que impactan en el autoestima y la autoconfianza. Además de esto, si lo vemos a nivel deportivo, hay evidencia que muestra que a mayor estrés y mayores conflictos fuera del entrenamiento, menor es el rendimiento técnico.

Las necesidades psicológicas de las jugadoras son muy parecidas a las de cualquier otro deportista, incluso de cualquier deporte. Tienen estrés, ansiedades, miedos, frustraciones, dificultades del manejo de emociones, sienten presión por rendir bien y se lesionan. La diferencia radica en el contexto en el que se desenvuelven. Muchas de estas jugadoras no sólo entrenan, sino que también estudian y/o trabajan, a diferencia de sus compañeros hombres que se pueden dedicar 100% al fútbol. Esto lleva a que factores externos de su quehacer deportivo, como el estrés laboral, el estrés de estudiar y el tener que cumplir en todas las tareas puedan afectar su salud mental y a su vez, el rendimiento en competencias.

Hay un aspecto psicológico que es el que está más presente en las jugadoras: la motivación interna. La motivación se relaciona con lo que mueve a una persona a hacer algo, y cuánto esfuerzo pone para conseguir lo que se propone. Esta motivación puede venir de factores internos, es decir, puede venir por el placer y satisfacción que conlleva realizar el deporte en sí o de factores externos, es decir, por la consecuencia de realizar el deporte.

Las condiciones que tiene el fútbol femenino en Chile varía mucho dependiendo del club, sin embargo, la norma es que no exista mucho apoyo de parte de estos y que no se posean las condiciones mínimas para realizar el deporte. Este contexto afecta a las jugadoras, sin embargo, sus ganas de seguir entrenando, de seguir mejorando y seguir luchando para mejores condiciones se hace notar cada día. Eso se relaciona con la resiliencia, con esta capacidad de salir adelante frente a la adversidad.

Esta es una de las características principales de las jugadoras, en donde entre ellas se acompañan y ayudan para seguir adelante, lo que es algo destacable en esta disciplina. Sin embargo, no por esta fortaleza de las jugadoras se deben mantener las condiciones actuales. Es necesario mayor apoyo, mejores condiciones y mayor visibilización. Cuidar su salud mental y disminuir factores estresores externos para permitir una completa dedicación al fútbol y mejorar el rendimiento. Si queremos que nuestras jugadoras se comporten como profesionales, hay que tratarlas como profesionales.

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