La Sub-11 que representará a Chile en la Gopa Gothia en Suecia
Carla Andrade 
Pablo Milad, presidente de la ANFP, aseguró que el objetivo de la Selección Chilena en Tokio 2020 es quedar entre las cuatro primeras. ¿Tal vez sea necesario ajustar sus expectativas?
Ya han transcurrido 48 horas desde la primera clasificación de La Roja a los Juegos Olímpicos. 48 horas de mucho más que celebrar que vamos a Tokio desde Chile, porque el festejo se expandió a nivel sudamericano e incluso a países hispanoparlantes.
Para hacer un contexto general, llegar a los JJOO en el fútbol jugado por mujeres es alcanzar la élite de la élite. Son 12 selecciones campeonas de sus continentes o que tuvieron un alto rendimiento en el Mundial de Francia 2019. Ocho de ellas están en el top 10 del ránking FIFA, y solamente tres son debutantes en la cita de los cinco anillos: Zambia, Países Bajos y Chile.
Pensándolo bien, ni los Países Bajos han competido en los Juegos Olímpicos, y eso que fueron las campeonas de la Eurocopa 2017 y subcampeonas en el Mundial de Francia 2019. Es necesario ponerlo en perspectiva, porque Chile aparece como debutante a su lado; no como más, ni como menos, sino que al lado y esperando competir en el mismo torneo.
Leamos bien a quién podría enfrentar la Roja: Australia, Brasil, Canadá, China, Gran Bretaña, Japón, Nueva Zelanda, Países Bajos, Suecia, Estados Unidos y Zambia son las otras 11 selecciones clasificadas a la cita olímpica.
Con varios de ellos Chile ya ha jugado partidos oficiales por torneos internacionales o amistosos FIFA clase A. Hemos celebrado al final algunos de esos encuentros, y en otros hasta nos tocó replantear lo que significaba “defender nuestro juego”. Lo relevante es, sin duda, que lecciones y experiencia en ligas del top 10 tenemos, y el resultado final está a la vista: Estamos, hoy, a menos de 100 días de prender la antorcha en vivo y en directo.
¿Qué pasa cuando leo que Pablo Milad, presidente de la ANFP, manifiesta que “el objetivo es quedar entre las cuatro primeras”?
Necesito tomar aire.
Necesito respirar profundo.
Pausa.
Quiero pensar que es de optimismo y que se pasó de emocionado, pero me cuesta creer que esa sea su razón.
¿Por qué? Porque la mera clasificación a Tokio es un objetivo cumplido. Solo estar entre las 12 del Olimpo es más incluso que una meta; es un hito histórico que hace cuatro años jamás pensamos siquiera soñar. Una declaración como la del presidente es de una desconexión absoluta de la realidad porque, ¿cómo llegó a plantear un objetivo como tal?
Otra pausa, por favor.
Si bien las seleccionadas chilenas llevan más de dos años con el respaldo y apoyo de alto nivel de la ANFP, hay que pensar que esto pasa del ánimo de querer lograrlo o de la mera intención individual. Es un proceso de selección que requiere de proyectos de largo plazo, que demanda formación a gritos, porque ¿se imaginan lo que sería este equipo si hubiesen practicado desde los 8 o 9 años? Un poema en cancha.
Eso es lo que deberían plantear desde la ANFP. Ese objetivo de largo plazo y sostenido es lo que necesita Chile para poder seguir formando futuras Karen Araya o Christiane Endler, no apelar a la suerte de descubrir estrellas a los 15 años, tal y como pasó con la mayor parte de las seleccionadas actuales.
Cuando escuchemos los objetivos de La Roja para los Juegos Olímpicos quiero hacerlo de parte de las mismas protagonistas y del cuerpo técnico. Tal como ocurrió en el Mundial de Francia 2019. Siempre fueron objetivos claros, realistas, y de una conexión total con lo que podemos o no podemos hacer; siempre conscientes de lo que habrá en frente en Japón: Algo así como 20 o 30 años de desarrollo de fútbol femenino, en países que son considerados potencia en la disciplina.
Con el paso del tiempo, planificación y recursos, quizás en los próximos años se puedan cumplir las expectativas del presidente.
Foto: Comunicaciones ANFP
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